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SOBRE LA EVOLUCIÓN DE LA LIBERTAD DE INFORMACIÓN (Parte 5 de 5)

SIGLO XX. LA LIBERTAD DE PRENSA Y LA GUERRA.

Fue durante las guerras mundiales que la prensa moderna puso de manifiesto su importancia a través de los medios de comunicación. Los países en conflicto utilizaron ese poder en la propaganda, tanto para alentar a las tropas y a sus ciudadanos, como para dar información falsa a los contrarios y hasta manejar mensajes desmoralizadores.

Obviamente, en esas circunstancias, la prensa también fue utilizada para los intereses del gobierno, aún a costa del pueblo que gobernaban. Un ejemplo fue la utilización de los medios de comunicación para el fortalecimiento de los planes e ideas que dieron origen al Tercer Reich, teniendo a la cabeza a Adolf Hitler y a los oficiales que se encargaron de secuestrar a la prensa en beneficio del régimen.

La censura a la prensa, mantuvo oculta la serie de atrocidades cometidas en el periodo nazi; no sólo contra poblaciones civiles, etnias, sino en la misma selección y preparación de los jóvenes para el servicio del partido.

Es conocido el genocidio contra los judíos que, si bien fue registrado por la prensa nazi, se mantuvo oculta al mundo entero hasta la llegada de los aliados en que todo quedó al descubierto.

Los países que intervinieron en los dos grandes conflictos bélicos, si bien recurrieron, por seguridad nacional, a censurar y controlar la prensa y los medios de comunicación, permitieron a su vez el desarrollo tecnológico de la prensa, necesario para los fines que persiguieron durante los conflictos armados. En medio de los conflictos aparecieron los reporteros de guerra, sin los cuales no se conocería hasta el momento, muchos de los episodios bélicos, gracias a que quedaron registrados en las películas y fotografías de la época.

LA PRENSA MODERNA Y LA LIBERTAD DE PRENSA.

Luego de las dos guerras mundiales, se suscitaron cambios en muchos países del orbe. La prensa siguió su desarrollo y perfeccionamiento. Aparecían adelantos tecnológicos que favorecían los medios de comunicación.

En el ambiente político mundial aparecieron países que controlaron en forma total a la prensa. Básicamente se dio en países de regímenes comunistas y dictatoriales. Entre los países latinoamericanos, encontramos el caso de Cuba. Bajo la dictadura de Fidel Castro empezaron los ataques contra la prensa y literatura que el régimen castrista no consideraba favorables a sus ideas. La prisión fue el destino de periodistas y escritores. Uno de los casos más sonados fue el del escritor Heberto Padilla, apresado y obligado a firmar una confesión falsa.

Dentro de las muchas protestas que se alzaron en respaldo está la carta dirigida a Fidel Castro y escrita por Mario Vargas Llosa, y firmada por el autor y sesenta escritores e intelectuales de la época. Cito parte del texto: “…lo exhortamos a evitar a Cuba el oscurantismo dogmático, la xenofobia cultural y el sistema represivo que impuso el estalinismo en los países socialistas, y del que fueron manifestaciones flagrantes sucesos similares a los que están ocurriendo en Cuba. El desprecio a la dignidad humana que supone forzar a un hombre a acusarse ridículamente de las peores traiciones y vilezas no nos alarma por tratarse de un escritor, sino porque cualquier compañero cubano –campesino, obrero, técnico o intelectual– pueda ser también víctima de una violencia y una humillación parecidas”.[1]

Acerca de Cuba, el Observatorio Iberoamericano de la Libertad de Prensa inicia su informe 2007 con el siguiente párrafo: “Cuba ocupa el último lugar en la valoración anual de Reporteros Sin Fronteras (RSF) entre los países latinoamericanos y una de las últimas posiciones en la clasificación mundial. Para ésta y otras organizaciones evaluadoras, el país no goza de libertad de expresión.  Las noticias que se hacen públicas sobre el país vienen a referirse a los periodistas encarcelados y las trabas para obtener y difundir información crítica”.[2]

En algunos casos nos encontramos con documentos y testimonios que muestran la realidad en una manera que no hacen falta más palabras. La bloguera cubana Yoani Sánchez ha invadido el mundo con sus testimonios de la vida en la isla caribeña, en medio del régimen dirigido por Castro. Aquí cito parte de uno de sus artículos publicados en el que vemos el retrato de un diario al servicio del gobierno, en medio de la censura y represión: […] El diario del único partido permitido en Cuba tendría una edad indefinida y una mentalidad decimonónica, mostrando sus medallas, hablando todo el tiempo de hazañas que probablemente nunca realizó. No escucharía a otros, porque su perorata interminable ahogaría la crítica, las ideas encontradas, los mínimos atisbos de diferencia. […] Granma, como algunos que conozco, voltearía el rostro si alguien cercano compra en el mercado negro un poco de comida. Sin embargo, se zamparía hasta el fondo su plato sin preguntar de dónde salió el trozo de papa o la rodaja de pan que estaba sobre la mesa. […] Sus aburridos reportajes triunfalistas se trasmutarían en frases de conformismo dichas ante los rostros desesperados de quienes lo rodean. […] Husmearía las pequeñas ilegalidades de la sobrevivencia y las denunciaría con la misma premura que ahora en sus páginas se publican ataques y mentiras. El “compañero” que encarnaría a Granma sería de esos seres humanos que  –yo no sé ustedes– nunca invitaría a pasar a mi casa.[3]

Estas son muestras de la lucha contra la censura hacia la libertad de expresión, de pensamiento y de prensa. En el caso de Cuba, las protestas no sólo se hacen sentir desde afuera, con cartas o reportes internacionales acerca de la situación de la prensa, sino también de los mismos cubanos que, gracias a la Internet, pueden enviar al mundo sus voces de protestas, denunciando la mordaza hacia esas libertades.

La persecución contra periodistas e intelectuales se viene dando hasta el día de hoy. El sitio web Reporteros sin fronteras, es una de las organizaciones que da cuenta de esos hechos.

INTERNET Y LA LIBERTAD DE PRENSA.

Después de la invención de la imprenta, creo que uno de los inventos que más ha favorecido a la prensa ha sido y es el Internet. Por medio de ella son sólo podemos llegar a los diarios de casi todo el mundo, sino que en los últimos años, se ha sumado el uso de los blogs y las redes sociales como Facebook, Twitter y otras. Sin embargo, esto también ha ocasionado que intervengan en la prensa personas que no son precisamente periodistas responsables y capacitados para el oficio.

En medio de países en los cuales impera la censura a la prensa, el internet ha sido una gran ayuda para el contacto con el exterior que, de otra manera, sería imposible. Hemos visto ya el caso de Cuba. Al respecto, el periodista Javier Salvatierra escribió para el diario EL PAÍS: […] Para la RSF, la red es “en muchos países donde los medios de comunicación tradicionales están bajo el yugo de un régimen totalitario, un espacio único de discusión e intercambio de información en el que afloran a la superficie informaciones censuradas”. Las redes sociales y los nuevos medios “permiten a las poblaciones volver a tomar posesión de la información y cuestionar el orden social”, dice el informe, “se convierten en el lugar de concentración de los militantes a quienes se impide salir a la calle”. […][4]

Como vemos, Internet ha proporcionado muchas vías por las que la libertad de prensa se puede manifestar. El deseo de las sociedades apresadas en la censura que les impide la libre expresión y la libre prensa, tiene en estos medios el canal para formar y compartir su opinión.

Es precisamente Internet el medio por el cual hace gran parte de su trabajo de información la organización Reporteros sin fronteras (RSF), así como diversas organizaciones encargadas de denunciar los abusos cometidos contra la prensa, los medios de comunicación y los periodistas.

Internet también ha sido utilizado por los gobiernos interesados en la censura. La tecnología también les ha servido para interceptar los sitios web que esquivan la censura impuesta; también se valen del bloqueo de páginas web y del arresto de bloggers y personas que utilizando estos canales expresan su libre opinión en medio de la censura y represión. Vemos que se da una verdadera lucha por la libertad de prensa.

Al leer los diferentes reportes acerca de la libertad de prensa en los diferentes países del mundo podremos ver que hay muchas naciones en las cuales ese derecho no está permitido.

EL PAÍS publicó en su edición del 15 de febrero, un artículo acerca del informe del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ – Committee to Protect Journalists), en el que refiere, entre otros puntos: […] Pakistán, el lugar “más peligroso para la prensa”. […] Los gobiernos de Irán y china detuvieron el año pasado a 34 periodistas cada uno, […]No sólo los gobiernos ponen trabas para evitar que se conozca una información. “En vastas áreas de México y Honduras, que están fuera del control de las autoridades, los periodistas están ejerciendo autocensura sobre el crimen o la corrupción”, explica el CPJ en su informe. […] en el informe también se hace referencia al incremento de la censura y la represión del periodismo digital, como sucedió durante las recientes protestas en Egipto, así como a los “ataques informáticos invisibles” a los medios de prensa. […][5]

Esto nos muestra que la lucha por las libertades de expresión y de prensa es tarea de todos los que defendemos y creemos en el libre pensar, en la libre opinión y que rechazamos cualquier intento de reprimir que un ser humano no exprese lo que piensa y no elija lo que quiere tomar como información. Como comunicadores sociales, es una tarea que tenemos por delante.

WIKILEAKS. UN HECHO QUE MARCO HISTORIA.

El mundo periodístico y, también, el mundo político fue estremecido cuando el 28 de noviembre del 2010, Julian Assange originó lo que se conocería como el Cablegate, al entregar papeles del Departamento de Estado de los Estados Unidos, que contenían comunicaciones entre el mencionado organismo y sus embajadas alrededor del mundo.

Más de 250,000 cables y documentos fueron enviados a los diarios The Guardian (Inglaterra), The New York Times (U.S.A.), Le Monde (Francia), EL PAÍS (España) y al semanario alemán Der Spiegel. Dichos documentos afectan a muchos países y en ellos se revelan una serie de acciones y planes por parte de los Estados Unidos quienes se han visto al descubierto; el contenido de muchos de esos cables cuestiona la política exterior del país norteamericano y la de otros países.

Wikileaks también puso al descubierto Los diarios de la guerra de Afganistán, así como el Ataque aéreo en Bagdad, en el que fueron asesinados varias personas, entre ellas un periodista.

Una vez más, Internet sirve a la libertad de prensa para revelar abusos y acciones de países que, valiéndose del poder y de falsas excusas, invaden otras naciones con el fin de expandir su poder y proteger sus intereses.

Como vemos, la libertad de prensa, de una u otra manera, se hará presente para informar al mundo lo que el mundo necesita saber; eso es una muestra de transparencia en lo que a información se refiere.


[1] VARGAS Llosa, Mario, Contra viento y marea (1962 – 1982), Editorial Seix Barral, Barcelona, 1983, p.167.
[3] SÁNCHEZ, Yoani, Generación Y. http://www.desdecuba.com/generaciony/?paged=2
[4] SALVATIERRA, Javier, RSF define internet como “un espacio para pedir cuentas a los poderosos”
[5] Diario EL PAÍS (no indica autor del artículo). Aumenta la censura para los medios de comunicación

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SOBRE LA EVOLUCIÓN DE LA LIBERTAD DE INFORMACIÓN (Parte 4 de 5)

1789 - LIBERTÉ, ÉGALITÉ, FRATERNITÉ.

Un lema que se originó en la Revolución Francesa y permanece hasta hoy, convertido en lema de la República Francesa. Esas palabras encierran la esencia de lo que fue ese evento que cambiaría la historia mundial. Era lo que impulsaba a los revolucionarios; el grito de libertad, igualdad y fraternidad, que sería escuchado en el mundo entero, era también por la libertad de pensamiento, de expresión y de prensa.

Producto de esa revolución vio la luz la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano; en el artículo 11 dice: “La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos más preciados del hombre; todo ciudadano puede, por tanto, hablar, escribir e imprimir libremente, salvo la responsabilidad que el abuso de esta libertad produzca en los casos determinados por la ley”.[1]

Unos años antes de la revolución y, cómo producto –entre otras cosas– de la total censura sobre la prensa escrita, salieron a la luz protestas de personajes influyentes en la prensa y cultura francesa así como hechos que preparaban el camino para el suceso central de 1789.

Uno de los personajes que influenciaron esos tiempos fue Charles-Louis de Secondat, Baron de la Brède et de Montesquieu, pensador, político y filósofo, una de cuyas obras principales fue el Espíritu de la Ley. En ella, entre otros temas, se refiere a dos elementos capaces de afectar a los ciudadanos y corromper una democracia: el espíritu de desigualdad y el espíritu de la extrema igualdad (Libro VIII, 2, 3)[2] El primero se da, según Montesquieu, cuando los ciudadanos no logran identificar sus intereses con los intereses de su país y, por lo tanto, buscan alcanzar sus intereses a expensas de los demás ciudadanos para lograr el poder sobre ellos. El segundo de los nombrados se presenta cuando el pueblo ya no está contento de ser iguales como ciudadanos, sino que desean ser iguales en todo aspecto dentro de la sociedad.[3]

En lo que planteaba Montesquieu se encuentran implícitas las libertades de expresión y prensa que el absolutismo francés se había encargado de anular en beneficio propio y para mantener controlada a la opinión pública; sin embargo, a pesar de esa represión se incrementaron las publicaciones clandestinas.

A partir de la Revolución Francesa se incrementó el número de publicaciones, tanto de libros como de gazettes, la prensa entró en apogeo. Empiezan a aparecer publicaciones dirigidas al pueblo, uno de los más interesados en recibir la información como producto de la libertad obtenida con la revolución.

LA PRENSA Y NAPOLEÓN BONAPARTE.

Con la llegada de Napoleón al poder, surge una aparente libertad en la prensa que se había consolidado luego de la revolución. Pero esa libertad no pasó de ser algo aparente. Aparece en escena un siniestro personaje encargado de la persecución y represión no sólo en el ámbito de la prensa, sino en todo lo que se oponía al nuevo gobierno; ese personaje llamado Maximilien Roberspierre, instauró lo que se conoció como el Reinado del terror. La labor desarrollada por este personaje resultó nefasta para la prensa y para la labor que cumplía no sólo en informar, sino en contribuir a la alfabetización.

Si bien existía una Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, podemos ver una constante que se repite hasta nuestros días cuando se trata de abusos de poder por parte de quienes tiene la responsabilidad de gobernar y dirigir los destinos de una sociedad. Simplemente ignoraron los derechos declarados con motivo de un importante evento, como lo fue la revolución.

Napoleón conocía muy bien el poder de la prensa, a la que controló a fin de garantizar sus intereses en el poder. En 1803 decretó la censura contra los libros y, en 1811, de la gran cantidad de publicaciones que circulaban, sólo quedaron cuatro periódicos: Le Moniteur Universel, Le Journal de Paris, Le Journal de l’Empire y La Gazette de France.[4]

El primero de los nombrados, a pesar de llegarse a convertir en un diario servil a los intereses de Napoleón, llegó a ser un periódico reconocido por su calidad que incluyo artículos de literatura, ciencias y arte. En este ejemplo podemos ver cómo, a pesar de las mordazas aplicadas por el gobierno, la prensa pudo continuar desarrollándose.

Napoleón fue de los gobernantes que sólo tuvo como horizonte el poder que podía desarrollar en su persona. Acerca de este personaje, el escritor Stendhal escribió: “El general Bonaparte era ignorante en extremo en el arte de gobernar. Alimentado por ideas militares, la deliberación siempre le pareció insubordinación. […] Dar de buenas a primeras al pueblo francés tanta libertad como podía soportar y, gradualmente, aumentar la libertad a medida que las facciones hubieran perdido su ardor y la opinión pública se hubiera convertido en más calmada y más ilustrada, no fue en absoluto el objetivo de Napoleón. No consideraba cuánto poder podía confiarse al pueblo sin imprudencia, sino que intentaba adivinar con cuán poco poder se contentaría. La Constitución que otorgó a Francia estaba calculada, si es que fue calculada, para devolver insensiblemente ese hermoso país a la monarquía absoluta, y no para acabar de moldearlo en la libertad”.[5]

El mismo escritor también nos revela la condición del pueblo francés, también percibida por Napoleón, en la que resalta, según su opinión, la poca valoración y tal vez indiferencia que tuvieron hacia la libertad de prensa. Aquí cito el texto: “ ‘Los franceses’ dijo (Napoleón) por aquel tiempo, ‘son indiferentes a la libertad; no la comprenden ni la aman; la vanidad es su única pasión, y la igualdad política, que permite a todos la esperanza de llegar a todos los puestos, es el único derecho político al que hacen caso’. Nunca se ha dicho nada más acertado sobre la nación francesa. Bajo el emperador, la teoría hacía gritar a los franceses: Por la libertad, mucho más que la necesidad que de ella sentían en realidad. He aquí por qué la supresión de la libertad de prensa tan bien calculada. La nación se mostró perfectamente indiferente cuando el primer cónsul le arrebató la libertad de prensa y la libertad individual. Hoy sufre de manera profunda por su ausencia”.[6] Más adelante, el escritor hace referencia a un Senado servil y un pueblo despreocupado.[7]

Luego de la caída de Napoleón se restaura la libertad de prensa, pero pronto sería abolida nuevamente. En 1830 el gobierno decreta el cierre de todas la imprentas, acto que motivo protestas y enfrentamientos en las calles, lo que originó que el gobierno restaurara la libertad de prensa.

Tal vez por su cercanía a Francia a y los sucesos en ese país, España ha sido uno de los países en lo que se han venido dando continuas luchas por la libertad de prensa, precisamente, por las continuas represiones por parte de los gobernantes de turno.

Luego de los sucesos de la revolución, en España continúan apareciendo los periódicos políticos y se empieza a desarrollar la prensa informativa. Esto trae consigo la mejora de la calidad no sólo en el contenido sino en la presentación de las publicaciones de prensa, hasta que la constitución de 1869 establece la libertad de prensa. Esto causa un gran mejora en los índices de alfabetización en las diferentes ciudades españolas.

En estos años, también en los estados Unidos la prensa estaba logrando un buen desarrollo.


[1] Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano 1789
[2] The Spirit of the Law by Charles de Montesquieu.
[3] Stanford Encyclopedia of Philosophy.  http://plato.stanford.edu/entries/montesquieu/
[5] STENDHAL, Napoleón, Editorial Norma, Bogotá, 2008, p.80 -81.
[6] Ibíd., p.86 (Escrito entre 1817 y 1818)
[7] Ibíd., p.88

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SOBRE LA EVOLUCIÓN DE LA LIBERTAD DE INFORMACIÓN (Parte 3 de 5)

LA PRENSA ANTES DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA.

Si bien es cierto que, con la invención de la imprenta, la impresión y venta de libros tuvo su apogeo, es también cierto el desarrollo de la prensa en diferentes ciudades de Europa con la aparición de las gacetas (gazette), siendo las más populares en esos años: La Gazette, Le Journal des Savants y Le Mercure Galant, editadas en el siglo XVII en Francia.

Fue tal su popularidad que influencio la aparición de otras gacetas, como la Gaceta de Madrid, aparecida en 1661.

Podemos ver que, a pesar del control absolutista, hubo cierta libertad de prensa, condicionada por los gobiernos. Sin embargo, creo que no podemos llamar a esas condiciones “libertad de prensa”, porque me parece que podemos caer en un conformismo ante el recorte de una libertad fundamental. Aceptar esa situación como libertad de prensa equivale a volverse permisivo contra aquello que atenta y menoscaba una de las más importantes libertades del ser humano.

Tal vez ese haya sido uno de los factores que ha alentado, durante los siglos, las continuas represiones en contra de las libertades de expresión y prensa, que a su vez ha ido originando diferentes manifestaciones para recuperar nuevamente las libertades confiscadas.

Debemos recordar el alto índice de analfabetismo existente en Europa, principalmente entre las clases populares que eran la mayoría, pero que, gracias a la imprenta, empezó a incrementarse el alfabetismo.

En Inglaterra, país en donde John Milton diera el discurso de la Areopagítica, fue precisamente en donde la prensa tuvo un mejor desarrollo, incluyendo una mejor calidad si era comparado con las gezettes del resto de Europa. Y fue, precisamente, en ese país que en 1702 entró en circulación el Daily Courrant considerado el primer periódico de publicación diaria en Inglaterra. Tuvo, en sus inicios, una sola hoja escrita a dos columnas. Sólo unos años antes del estallido de la Revolución Francesa, apareció The Times, el cual sigue vigente hasta nuestros días.

El desarrollo de la prensa en Inglaterra no estuvo exento de algunas medidas que regularon las publicaciones como la Licencing Act y el Stamp Act, que si bien no aparecían como censores del material que publicaban los editores, sí ejercían cierto control. En el caso del Stamp Act, resultaba una limitación para las publicaciones al poner un impuesto por hoja, lo cual encarecía la edición y venta. Esto,  en forma de impuesto, no sólo resultaba en un acto de discriminación en contra de los editores de menos recursos, sino que se constituía en una forma de recortar la libertad de prensa.

En el caso de España, la alta tasa de analfabetismo en los siglos XVIII era parte de su realidad. Al respecto, Natalia Bernabeu escribe: “Teniendo en cuenta que en esta época el 80 % de la población era analfabeta, los lectores de "papeles periódicos" eran una minoría ilustrada compuesta por nobles y clérigos, miembros de la burocracia real, oficiales del Ejército y algunos sectores de la clase media como médicos, abogados, profesores y comerciantes”.[1]

Si bien el desarrollo de la prensa en España resultó inferior –en esos años– inferior al alcanzado en países como Francia e Inglaterra, tuvo buenos exponentes en el campo de la prensa económica y literaria, como lo fueron las publicaciones El semanario económico y El diario de los literatos, aparecidos en la segunda mitad del siglo XVIII. Luego vendría la etapa de la decadencia y con ella la censura, propiciada por los hechos de la Revolución francesa que causaron temores dentro de la realeza española. Acerca de esta situación la profesora Bernabeu escribe: “La muerte de la familia real francesa provocó el recrudecimiento de la censura y la suspensión temporal de la prensa: El rey Carlos IV prohibió la publicación de todos los papeles periódicos, excepto los oficiales, el 24 de febrero de 1791”.[2]

En la censura impuesta por Carlos IV se refleja la necesidad de querer mantener el poder. Ante los acontecimientos de la revolución en el vecino país y, considerando el alto índice de analfabetismo, adopta esa medida a fin de mantener al pueblo alejado de esas ideas que produjeron los acontecimientos revolucionarios y, en las que el pueblo francés se rebeló por situaciones que su monarquía también venía imponiendo al pueblo español.

Esto nos muestra una vez más que la censura usada por el poder de los que gobiernan, tiene solamente a mantener apartada de la realidad, de poder recibir información y comunicarse, a toda una sociedad que, en el fondo, es quien sostiene y es quien se debe un gobernante.



[2] Ibíd.

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SOBRE LA EVOLUCIÓN DE LA LIBERTAD DE INFORMACIÓN (Parte 2 de 5)

CENSURA RELIGIOSA.

La censura impuesta por los poderes políticos, ya sean emperadores, reyes o señores feudales, en el transcurso de la historia, no fue el único. Desde el primer siglo de nuestra era se gestó una de las instituciones que, desde sus inicios, tuvo como característica el poder que con el transcurrir del tiempo fue adquiriendo más fuerza e influencia. Se trata de la Iglesia Romana que tuvo a Constantino como su gran impulsador. El poder eclesiástico que caracterizó a esa institución, abarcó el ámbito político; podemos ver desde sus inicios la unión que existió entre ellos y el Imperio Romano; luego sus alianzas con reyes de otras tierras europeas.

Teniendo como marco la censura religiosa, la Edad Media fue conocida como la época del oscurantismo, que no fue otra cosa que la censura impuesta a los pueblos, de un modo extremo, a fin de mantenerlos en la más completa ignorancia, evitando que se esparciesen enseñanzas con influencias humanistas provenientes del pensamiento griego, así como todo aquello que pudiera entenderse como contrario a los dogmas de la iglesia, dogmas que por tener carta libre para ser enseñados, se fueron desviando de la verdad central lo que condujo, con el pasar del tiempo, a la Reforma, conducida precisamente por un sacerdote: Martín Lutero.

El oscurantismo reprimió la libertad de expresión. Sin embargo, el hecho de carecer de la libertad de informarse, de aprender, no anulaba la condición humana que implica el pensar, razonar y, a pesar de las prohibiciones, el ser humano se encargaba de esparcir, clandestinamente, sus creencias, sentimientos, y rebeldías frente a un sistema represivo.

Podemos ver que aun cuando el ser humano sea privado de la libertad de expresión, no podrá ser privado de sentir, de razonar, de pensar y de buscar el momento oportuno para expresarse libremente, aun cuando eso signifique enfrentar el sistema político o religioso que lo oprima, aún con el riesgo de su propia vida. Esto lo podemos ver a lo largo de la historia en lo que podríamos llamar la lucha del hombre por su libertad, que incluye la libertad de expresión y la libertad de prensa.

Pasaría el tiempo y, a mediados del siglo XV, Johannes Gutenberg daría a conocer la imprenta, invento que revolucionó los medios de comunicación y permitió la producción de libros de teología, biblias, filosofía y medicina. Sin embargo, la censura siguió haciéndose presente, esta vez sobre la imprenta, impidiendo la libertad de prensa.

Las publicaciones que permanecían y podían seguir siendo impresas, eran aquellas vinculadas al poder, en el caso de Francia, al absolutismo que obtuvo comentarios positivos y negativos desde diferentes sectores.

La imprenta, con la censura a cuestas, buscó las alternativas para sacar a la luz impresos que reflejaran de una u otra manera el sentir de los pueblos. Se presentaba nuevamente la lucha contra la tiranía y prepotencia de querer anular una libertad básica para el ser humano. Estaban en circulación los impresos clandestinos, las ideas opuestas al poder. Mientras los poderes eclesiástico y político utilizaron la imprenta para sus intereses y preservación del poder, los pueblos utilizaron esa misma imprenta para llevar impresa su voz de rechazo y la explicación de sus ideales.

Si bien los impresos oficialistas iban formando una opinión, los impresos clandestinos lograban también formar una opinión muy aparte de la oficialista que, a pesar de su clandestinidad, fue poniendo los cimientos para ese gran suceso de 1789 que traería grandes cambios entre las sociedades del mundo: la Revolución Francesa.

Esta censura religiosa originó que en 1550 apareciera la primera edición de los libros prohibidos llamada oficialmente: Index librorum prohibitorum. Dicho documento contenía listas de frases, párrafos, hojas y hasta capítulos que debían ser suprimidos de los libros que se indicaban. También se incluyó la lista de autores y obras cuya lectura estaba prohibida bajo pena de excomunión y en algunos casos muerte. Entre los autores prohibidos hubo pensadores como Descartes y Montesquieu, científicos como Copérnico y escritores literarios como Françoise Rabelais, La Fontaine y la lista siguió en aumento y llegaron a ser incluidos Kant, Berkeley y escritores como Émile Zola, Honoré de Balzac, André Gide y Jean-Paul Sartre.

Ese ejemplo nos muestra que también quisieron mantener bajo control a los escritores. La censura y persecución de literatos y pensadores se ha seguido presentando a lo largo de la historia, aún hasta nuestros días, sobre todo en regímenes donde imperan las dictaduras y el totalitarismo, debido a que la literatura es un medio de expresión que conlleva el sentir de la sociedad y su tiempo.

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SOBRE LA EVOLUCIÓN DE LA LIBERTAD DE INFORMACIÓN (Parte 1 de 5)

INTRODUCCIÓN.

Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. (Declaración Universal de Derechos Humanos – Artículo 19).[1]

Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier procedimiento de su elección”. (Pacto internacional de derechos civiles y políticos de la Organización de las Naciones Unidas – Artículo 19 numeral 2).[2]

Al hablar de libertad de prensa, nos estamos refiriendo, implícitamente, a la libertad de expresión, la cual es inherente al ser humano y por la que lucha cuando siente amenazada su libertad y necesidad de expresarse libremente. La libertad de prensa también es también llamada libertad de imprenta, implica también la libertad de comunicación por otros medios: radio, cine, teléfono, televisión, internet.

Es por eso que podemos ver, a través de la historia, los diferentes movimientos que surgieron para lograr la libertad de prensa, la cual ha estado prohibida en diferentes épocas y pueblos y, lamentablemente, hasta hoy se sigue manifestando la censura proveniente del poder de dictadores, de gobiernos totalitarios que quieren elegir –por sus propios intereses- qué es lo que debe llegar al conocimiento del pueblo y qué es lo que pueden o no expresar.

A continuación, expondré un panorama de la libertad de prensa en la historia, así como su lucha para sobreponerse a las censuras y represiones que ha ido encontrando conforme se desarrollaba el periodismo.

LIBERTAD Y CENSURA, UNA LUCHA QUE PERDURA.

Desde las civilizaciones antiguas ha estado presente el espíritu de censura y control por parte de los gobernantes o líderes sobre aquello que debería ser informado al pueblo. Se dio en los antiguos imperios de Egipto, Asiria, Grecia, Roma, luego durante la Edad Media, en la que los señores feudales se erigían como los censores.

En cada caso, esa censura originó la aparición de documentos clandestinos que hacían las veces de medios de comunicación, llevando en una u otra manera las ideas que no podían hacerse públicas, demostrando que aún, cuando la censura fuese tan radical que pudiera costar la vida, el pensamiento del ser humano y su deseo de expresarse con libertad siempre estarían presentes.
Esa es una constante que se ha dado desde las civilizaciones antiguas, ha perdurado en el paso de los siglos y se mantiene aún en nuestros días y, para comprobarlo, sólo tenemos que mirar hacia regímenes comunistas, totalitarios y dictatoriales para encontrar represión a las libertades de expresión y de prensa ante las cuales el ser humano sigue oponiendo resistencia y diferentes organizaciones internacionales denuncian esos abusos contra la prensa.

Los movimientos en pro de la libertad tuvieron su origen en un episodio ocurrido mucho antes de la famosa Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano que se dio en la Revolución Francesa, el año 1789. Me refiero al famoso discurso que dirigió John Milton al Parlamento de Inglaterra en 1644 y fue conocido como Areopagítica.

Dicho discurso ha sido considerado como la primera declaración en defensa de la libertad de prensa; sin embargo lo que John Milton defendió fue la libertad de expresión y de pensamiento, ya que para él la libertad es lo único absolutamente necesario para el hombre[3]. Su discurso se centra en la autonomía del ser humano y el uso de su razón, mediante la cual pone en práctica su elección. Veamos algunos extractos:

(…) tanto el amor por la verdad que profesáis como la rectitud e imparcialidad de vuestros juicios deberían llevaros a revisar el Decreto mediante el cual habéis ordenado la regulación de la impresión, estipulando que no ha de imprimirse libro, folleto o papel que no haya recibido permiso previo de parte de al menos una de las personas nombradas para estos efectos[4].

Cuando un hombre le escribe al mundo, recurre a toda su razón y discernimiento para que lo ayuden; busca, medita, trabaja y posiblemente consulta y dialoga con sus amigos juiciosos; después de todo esto, se considera lo debidamente informado con respecto a lo que escribe y con respecto a lo que han  escrito otros antes que él. (…) tiene que llevar el resultado de sus esfuerzos y desvelos a un emisor de permisos de impresión (…) si, en el caso de no ser rechazado, tiene que aceptar que su nombre aparezca junto con el de su guardián, y que la firma de su censor en la contratapa de su obra sea lo que garantiza… (…) no puede considerarse todo esto sino como un acto de deshonor y un desprecio al autor, al libro, al privilegio y a la dignidad del saber.[5]

Podremos volver a ser ignorantes, brutos, convencionales y serviles, tal como vosotros nos encontrasteis; pero entonces vosotros tendríais que transformaros en algo que no podéis ser, opresivos, arbitrarios y tiránicos, como eran aquellos de quienes nos habéis liberado. (…) ¡Dadme la libertad de saber, de hablar y de disentir libremente según los dictámenes de mi conciencia! (…)[6]

Ahí está incluida la libertad de prensa que Milton defiende en relación a la publicación de libros, pero que en el contexto del discurso se aplica a la información que se comunica a otros, a la sociedad y esa libertad de prensa, que genera opinión y diversidad de opiniones, viene a convertirse en un gran aliado para el desarrollo de los pueblos.

La influencia de la Areopagítica permaneció en el tiempo no sólo para Europa, sino que su influencia en la libertad de prensa llegó a América, siendo los Estados Unidos los encargados de propagar esa influencia.


[1] Declaración Universal de Derechos Humanos.
[2] PERLA Anaya, José, Derechos y Deberes del Comunicador Peruano, Pontificia Universidad Católica del Perú, fondo Editorial, Lima, 2001
[3] MIRANDA, Carlos E., John Milton y la libertad de prensa, Estudio Público – Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, Santiago de Chile, 1989. http://www.cepchile.cl/dms/archivo_1217_92/rev33_mianda.pdf  p.2
[4] Ibid, p.7
[5] Ibid, p.15
[6] Ibid, p.19