sábado, 14 de julio de 2012

SOBRE LA EVOLUCIÓN DE LA LIBERTAD DE INFORMACIÓN (Parte 2 de 5)

CENSURA RELIGIOSA.

La censura impuesta por los poderes políticos, ya sean emperadores, reyes o señores feudales, en el transcurso de la historia, no fue el único. Desde el primer siglo de nuestra era se gestó una de las instituciones que, desde sus inicios, tuvo como característica el poder que con el transcurrir del tiempo fue adquiriendo más fuerza e influencia. Se trata de la Iglesia Romana que tuvo a Constantino como su gran impulsador. El poder eclesiástico que caracterizó a esa institución, abarcó el ámbito político; podemos ver desde sus inicios la unión que existió entre ellos y el Imperio Romano; luego sus alianzas con reyes de otras tierras europeas.

Teniendo como marco la censura religiosa, la Edad Media fue conocida como la época del oscurantismo, que no fue otra cosa que la censura impuesta a los pueblos, de un modo extremo, a fin de mantenerlos en la más completa ignorancia, evitando que se esparciesen enseñanzas con influencias humanistas provenientes del pensamiento griego, así como todo aquello que pudiera entenderse como contrario a los dogmas de la iglesia, dogmas que por tener carta libre para ser enseñados, se fueron desviando de la verdad central lo que condujo, con el pasar del tiempo, a la Reforma, conducida precisamente por un sacerdote: Martín Lutero.

El oscurantismo reprimió la libertad de expresión. Sin embargo, el hecho de carecer de la libertad de informarse, de aprender, no anulaba la condición humana que implica el pensar, razonar y, a pesar de las prohibiciones, el ser humano se encargaba de esparcir, clandestinamente, sus creencias, sentimientos, y rebeldías frente a un sistema represivo.

Podemos ver que aun cuando el ser humano sea privado de la libertad de expresión, no podrá ser privado de sentir, de razonar, de pensar y de buscar el momento oportuno para expresarse libremente, aun cuando eso signifique enfrentar el sistema político o religioso que lo oprima, aún con el riesgo de su propia vida. Esto lo podemos ver a lo largo de la historia en lo que podríamos llamar la lucha del hombre por su libertad, que incluye la libertad de expresión y la libertad de prensa.

Pasaría el tiempo y, a mediados del siglo XV, Johannes Gutenberg daría a conocer la imprenta, invento que revolucionó los medios de comunicación y permitió la producción de libros de teología, biblias, filosofía y medicina. Sin embargo, la censura siguió haciéndose presente, esta vez sobre la imprenta, impidiendo la libertad de prensa.

Las publicaciones que permanecían y podían seguir siendo impresas, eran aquellas vinculadas al poder, en el caso de Francia, al absolutismo que obtuvo comentarios positivos y negativos desde diferentes sectores.

La imprenta, con la censura a cuestas, buscó las alternativas para sacar a la luz impresos que reflejaran de una u otra manera el sentir de los pueblos. Se presentaba nuevamente la lucha contra la tiranía y prepotencia de querer anular una libertad básica para el ser humano. Estaban en circulación los impresos clandestinos, las ideas opuestas al poder. Mientras los poderes eclesiástico y político utilizaron la imprenta para sus intereses y preservación del poder, los pueblos utilizaron esa misma imprenta para llevar impresa su voz de rechazo y la explicación de sus ideales.

Si bien los impresos oficialistas iban formando una opinión, los impresos clandestinos lograban también formar una opinión muy aparte de la oficialista que, a pesar de su clandestinidad, fue poniendo los cimientos para ese gran suceso de 1789 que traería grandes cambios entre las sociedades del mundo: la Revolución Francesa.

Esta censura religiosa originó que en 1550 apareciera la primera edición de los libros prohibidos llamada oficialmente: Index librorum prohibitorum. Dicho documento contenía listas de frases, párrafos, hojas y hasta capítulos que debían ser suprimidos de los libros que se indicaban. También se incluyó la lista de autores y obras cuya lectura estaba prohibida bajo pena de excomunión y en algunos casos muerte. Entre los autores prohibidos hubo pensadores como Descartes y Montesquieu, científicos como Copérnico y escritores literarios como Françoise Rabelais, La Fontaine y la lista siguió en aumento y llegaron a ser incluidos Kant, Berkeley y escritores como Émile Zola, Honoré de Balzac, André Gide y Jean-Paul Sartre.

Ese ejemplo nos muestra que también quisieron mantener bajo control a los escritores. La censura y persecución de literatos y pensadores se ha seguido presentando a lo largo de la historia, aún hasta nuestros días, sobre todo en regímenes donde imperan las dictaduras y el totalitarismo, debido a que la literatura es un medio de expresión que conlleva el sentir de la sociedad y su tiempo.

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